jueves, agosto 24, 2006

Aburridos

Hernán Iglesias Illa se queja acá que tiene la sensación de que se acabó la discusión política. Y que quienes están en condiciones de darla se encuentran disfrutando de las bondades del corredor norte de Buenos Aires, que es el que está más allá de la avenida Corrientes. Más bien Iglesias parece extrañar Buenos Aires, ahora que la diáspora argentina terminó y varios emprendieron el regreso después que la percepción de la llegada del tsunami social-económico-político argentino los haya hecho viajar a tierras más estables. Incluso no estaría mal arriesgar que vuelven porque perciben que el tsunami ahora está en el Norte, con todo eso del terrorismo, la guerra en Medio Oriente y, por qué no, la prohibición de la televisión inglesa de que Tom y Jerry aparezcan fumando.
Huilli Raffo le contesta con Fertilidad. Una palmada de amigo, como diciendo que la inquietud de Hernán es mejor que la no inquietud de nada (cosa que es cierta), y que está bueno discutir y todo eso, pero que con el kirchnerismo no se puede. De acá, de los que están de este lado del océano y en los meridianos del sur, donde sólo llegan turistas y algún que otro eco de los males del mundo, nadie. El dúo parece estar aburrido, y busca interlocutores que los entretengan con la política argentina. De hecho, el título del post de Iglesias, Qué silencio, remite a la expresión que algunos,
parafraseando a las hinchadas de fútbol, usábamos de chicos para cargar a otros pibes: Qué silencio, qué silencio, era el cantito sin entonación definida y de rima inexistente.
Algo enojado, Barra de seriales dice sí, y ¿qué?, una postura más acorde con estos tiempos K que tiene 30 comments que lo avalan en mayor o menor medida. No es que Iglesias haya sacudido el avispero, sino que su actitud parece la del nene que se quedó sin compañeritos para jugar. Y Raffo, a su manera, lo apoya: el kirchnerismo no quiere discutir. No tiene con quién, que no es lo mismo. Ahí en TP Abraham se puso didáctico con los socialistas y peló el manual como para que la izquierda tuviera algún peso a futuro. Pero tampoco encuentra interlocutores para discutir. En cambio puede discutir en buen nivel con James Neilson sobre Medio Oriente, simplemente porque ahí hay algo para discutir. Y en la Argentina no sucede porque no hay condiciones. Y menos mientras la economía siga en la senda que está. Porque lo que dice Rollo Tomasi acá (que yo sepa, ningún oficialista) lo piensan un montón. Y lo bien que hacen, porque pensar lo contrario acerca a la necedad.
Quizá deberían pensar en la vuelta, quien les dice que no se aburren tanto.

sábado, agosto 19, 2006

Hermanados en el nazismo

Escribe Rollo Tomasi un comment sobre Perros 1: "todo bien con lo de nazi eh! me hice el ofendido, pero no me pareció agresivo sino argumental. la verdad es que lo que creo es que si eso me hace nazi creo que vos también sos nazi, como paso a argumentar.
no termino de entender si estás a favor o en contra de la tasa municipal a los perros. si estás a favor, pensás igual que yo, ie., sos nazi.
si estás en contra, te pregunto si estás a favor o en contra de que la acción estatal castigue relativamente el uso de auto respecto al transporte público. todas las políticas públicas sobre transporte tienen una idea de subsidiar aquello que molesta menos: ej., subsidiar trenes, pero no autos. Tener auto es más caro porque es más caro, pero también porque -en comparación con el transporte público- está castiago fiscalmente. Y no se trata únicamente de una motivación distributiva. Si es por eso, dale plata a los pobres. Yo entiendo esa política: sin beneficio fiscal al trasnporte público, el número total de autos en la ciudad sería excesivo (un economista diría ineficiente) yo digo lo mismo de los perros. no entiendo por qué con los perros funciona disitnto, por qué puede estar bien cobrarle más a alguien por tener un auto -en nombre de la contaminación, etc-y no por tener un perro. Ahora, si estás a favor de ese castigo fiscal a los automovilistas, sos tan nazi como yo por estar a favor del castigo fiscal a los perristas".

Respuesta:
No, no estoy de acuerdo con una tasa municipal para perros. Solución a sus cacas: campañas de concientización, multas, sanciones severas (sacarle el perro, podríamos llegar a proponer), lo que pueda resultar punitivo sobre su dueño, pero no una tasa municipal por la tenencia de perros.
Paseador de perros es otra cosa: ahí hay que discutir una reglamentación, y por supuesto un aporte impositivo como el de cualquier trabajador, y los que van subiendo en el negocio consiguiendo camionetita y demás, mayor aporte (el tema impositivo en un principio lo dejaría de lado).
Argumento a favor del perro: el auto deteriora la calidad de vida de los ciudadanos al deteriorar el medio ambiente del espacio público. Que yo sepa, un perro no. Si tenés información al respecto, por favor hacemela conocer. Su caca en la calle sí deteriora el espacio público. Y, al igual que toda conducta que afecta directamente a terceros como en este caso, es pasible de punición, que no es lo mismo que un gravamen impositivo (al menos hasta donde llegan mis conocimientos).
Pero para seguir con la hermandad, y visto el alcance de La ciencia maldita, propongo campaña contra los que mal gastan el agua. Por ahí un tema no tan inmediato (su escasez como recurso renovable, etc, etc) pero sí muy molesto desde el punto de vista de costo del servicio, ya que no se paga según el consumo.

jueves, agosto 17, 2006

Depresión post altar

Así lo leí en Nesweek. Una nueva. La más famosa sigue siendo la post parto, que también le pega a las mujeres. Las minas las pegan todas últimamente. A su día femenino que no es uno sino varios, después le agregaron el post parto, y ahora el post altar y una mayor reciptiviadad al contagio del HIV que los varones (2,5 veces más posibilidades, según los estudios). ¿Les queda algún día para vivir bien?
Si le sumamos que como madres siempre aparecen más víctimas que las padres, ser mujer no resulta buen negocio. Sin embargo no conozco una que no esté orgullosa de serlo, agradecida, prendiendo velitas a santas y santos y dioses por haberlas hecho mujer. Parece ser un momento de la humanidad propicio para ellas, que han conseguido que el mundo se haya vuelto más femenino, caprichoso, infantil, características tradicionalmente y en culturas distintas asociadas a las mujeres y no al varón. La ofensa (el sentirse ofendido) en las relaciones afectivas cotidianas se volvió algo permanente: nadie se siente reconocido en su verdadero valor, como las amas de casa que fueron nuestras viejas y siempre se quejaban de que nadie pensaba en ellas ni reconocía su labor diaria; los varones se volvieron más llorones, que no quiere decir maricones, ni tampoco es lo mismo que llorar: llorar está bien, ser llorón es vivir apenándose por ser lo que se es y no otra cosa. Tal vez el resurgimiento del tango tenga que ver con esto y no con la música en sí: se busca una música en sintonía con los sentimientos, y no una música que resulte de los sentimientos. En el tango es claro porque durante décadas no se renovó, y su renovación surgió a partir del nuevo interés que surgió de afuera.
Son las mejores y las que más sufren. Y me estoy poniendo algo llorón, cuando en realidad tendría que decir que este mundo con sus post cualquier cosa y su victimización hasta de quemarse con tomando la leche me tiene bastante las pelotas llenas, especialmente porque propicia pensamientos e iniciativas cercenantes, desde los perros hasta los cinturones de seguridad. Me atrevo a decir que la exagerada popularidad de Calamaro (Andrés) y su veneración tiene que ver con esta idea bastante femenina del mundo, que festeja esa idea de dolor permanente.
Para los varones no hay post alguno, de macho proveedor que nunca se quiebra está obligado contener todos los post habidos y por haber, todos los duelos y las muertes que ellas sufren. Quien lo tome como misoginias la pifia, pero allá él o ella. La humanidad separada según géneros también es algo más o menos reciente y cada vez más insoportable. Me gustaría saber, además del sexo, qué me une a mí con Videla, para poner un caso exagerado. Sin embargo el ustedes los hombres provocó un ustedes las mujeres tan insoportable los dos que a veces no se puede mantener un conversación con alguien del otro sexo, cuando no del propio.
Olvídense de volver a las cavernas, pero un poquito menos de exigencia sobre las cosas, más dejar hacer y especialmente la idea de que todo absolutamente todo es plausible de ser solucionado, arreglado, reparado, juzgado, penado y no sé cuántas cosas más, no se puede. En los tiempos en lo que la mayoría de los aparatos no se arreglan porque es más sencillo, beneficioso y económico adquirir uno nuevo, las relaciones humanas estána sometidas a una parafernalia de dispositivos que pretenden solucionarlas definitivamente.

miércoles, agosto 16, 2006

Perros 1

Estuve un poco lejos del asunto, pero veo que Tomasi no lo dejó caer. Gracias por tomarlo como una posición libertaria, aunque una ironía posterior te desmienta. No tengo perros, así que dificilmente me sume a los ahorristas y demás rubros que reclaman.
Si Tomasi entendió que la tenencia de un perro es subsidiar un lujo ajeno, no habré sido claro, o entendió mal. De lo que se trata es de que se pueda vivir mejor. Y el consenso y el acuerdo entre las partes siempre es mejor que una reglamentación que obligue a las partes. Ese es mi punto. Una tasa municipal por la tenencia de perros es un absurdo (como dije en otra parte que Tomasi omite): sólo profundiza la idea de la polítia lobista, corporativa. Yo que tengo auto, contra vos que no lo tenés, yo que tengo perro contra vos que no lo tenés, yo que tengo hijos contra vos que no los tenés, y así hasta el infinito. Y la política corporativa incentiva el clientelismo y el sentimiento de impotencia del ciudadano que cumple las normas de convivencia. Si no, ¿para cuándo la multa al vecino que saca la basura fuera de hora o la tira desde su balcón del primer piso para no bajar? Puedo entender la enorme cantidad de razones que existen para que la sociedad porteña, en varias cosas a la par de ciudades desarrolladas, no se acople a la idea de cuidar su espacio público. Pero eso no quiere decir que me ponga a pensar con los pies: lo que se tiene que castigar es la caca en la vereda o el parque, no imponer una tasa municipal a la tenencia de perros. ¿Para qué sería? ¿Para pagar personal de limpieza que limpie la caca de las veredas. Entonces que mi perro cague donde quiere, yo pago para que limpien.
Recibí comentarios críticos acerca de lo de nazi. No, Tomasi, no sos nazi. Lejísimo de eso. El debate que emprendés sobre el uso de las palabras, su sentido, las intenciones con que se dicen y las posibilidades de comunicación son una muestra más que suficiente de que estás lejos del nazismo. Mi punto era que una cruzada sí es nazi. Tal vez me equivoque, pero hasta ahora no encontré razones para pensar distinto. Y si la campaña en pos de una tasa municipal a la tenencia de perros se transforma en una campaña por eliminar a los perros de la ciudad, entonces creo que se acerca a una cruzada. Lo cual no quiere decir que quien empezó el debate (La ciencia maldita), la esté emprendiendo.
¿Se imaginan una ciudad donde no se escuche un ladrido?

Cinturones 1

il postino dejó un comment : "si tenés hijos supongo que en tu auto los llevás con cinturón, ¿no? Si ese es el caso, entonces no veo cual es el tema que tanto te preocupa. Si por otro lado, tenes hijos y en el auto van sueltos....te deseo suerte...porque si nunca presenciaste el efecto de la inercia en un cuerpo humano, no es un espectáculo que te recomiendo". Agrega: " ¿Qué las calles están llenas de autos por el "lobby automotor"? Como hipótesis es pintoresca, pero implausible. Está llena de autos porque la gente que puede comprar un auto, lo hace. Capaz esa gente está muy equivocada, y se pierden de gozar de las maravillas de la tracción a sangre, pero tiendo a creer que no.(...) Pero puedo estar muy equivocado y en realidad es mejor que los chicos vayan desatados en un micro escolar, y si choca, que se jodan, al menos así no se sienten controlados."
Como me interesa el tema, seguiré con la respuesta pública y no la particular.
No, no tengo idea de cómo queda un cráneo cuando choca a 40 kilómetros por hora y menos cuando lo hace a 90. No tengo auto, sí hijos; andan en bicicleta con casco, o sea, soy conciente del peligro que corren. El equivalente del cinturón de seguridad es no dejarlos andar en bicicleta por la calle, es decir, maniatar y reprimir al propio (o más débil) por no saber, poder, querer luchar contra los ajenos y más poderosos que son la verdadera razón de los accidentes de tránsito. Porque eso es lo que parece no tenerse en cuenta: el cinturón es para salvar la vida, no para evitar accidentes; los accidentes siguen ocurriendo igual. Ahora, si hubiera reglas, mecanismos, instituciones y demás que generan condiciones para bajar las posibilidades de accidente, entonces también, por propiedad transitiva, se evitarían muertes. Esta es la seguridad, no la otra, la del cinturón; el cinturón es un recurso de última instancia. Si se sigue pensando así, con esta idea de salvarnos la vida a cualquier precio, entonces va a haber que viajar en avión desnudo (por eso de no llevar equipaje de mano), porque la seguridad así lo exige. Si ese es el mundo de il postino, lástima, porque a mi me rompe bastante que me anden mirando todo el tiempo para cuidar que no pierda la vida, mientras lo que me ofrecen es una vida de mierda.
En cuanto al lobby automotor, es de Perogrullo pero parece que hay que decirlo igual. Las condiciones físicas de la ciudad están claramente deterioradas como para disminuir la cantidad de vehículos que circulan por ella, debido a que, precisamente, son los que más la deterioran. Si no se frena, es porque hay un lobby automotor, no porque el que tiene un mango quiera comprarse un auto. Para gozar de la maravilla de transportarse en auto tranquilamente se pueden usar las rutas y las autopistas, no hace falta que el señor/a que viene desde afuera de la ciudad se introduzca con su automóvil hasta el centro o la cruce viajando él/ella solo en el vehículo, con todo el costo de energía y ocupación de espacio público que eso significa (punto sobre el que volveré otro día). Se puede disponer que lo deje cerca a la boca de un subte para ir bajo tierra y no por arriba. Entonces sí, il postino, es plausible (no sabía que se podía negar con im) que una menor cantidad de automotores en la vía pública baje la cantidad de accidentes de tránsito y con ello las muertes.

lunes, agosto 07, 2006

Niños

Dice en tp Mariano Man: "Si, en el Líbano mueren nenes también. No me jodan. Es que cuanto más a mano tengo a la muerte, me resulta más fácil la identificación. Además, uno está de un lado y hay que tachar a dos de los nuestros. También cayeron dos soldados. Pero eso es más normal aunque sean dos menos también". Después dice Man: "Los malos están allá en el sur de Beirut y en los ministerios de Jerusalén". ¿Cómo es Man, primero tachás a los tuyos que son los mismos que los de los ministerios de Jerusalén, que son los malos? ¿Estás del lado de las malos Man y no te diste cuenta, o te hacés el gil? Ese es el principal problema de los que niegan cualquier explicación con tufillo marxista: terminan del lado de los malos, o de los buenos, que para el caso es lo mismo. En Tp varias veces se quejaron de la vuelta de Jauretche, Man, y resulta que vos, al tachar a dos de los tuyos, estás haciendo el corte vertical que tanto entusiasmaba y con tanto entusiasmo defendía Jauretche, porque decía que eran nuestros.

domingo, agosto 06, 2006

Cinturones

En esto de la idea de prohibir como para evitar males, en estos días entra en vigencia la obligación de que los micros de escolares tengan cinturón de seguridad en todos los asientos. Así los chicos irán seguros, y también quietitos, quietitos. Me imagino los quilombos que se van a armar ahora con el tema del lugar: ya no van a poder elegir más sin temor a que un mal día del compañero de asiento los lleve a querer cambiar de lugar. Es cierto, los chicos no piensan en estos términos, pero sí en los de movilidad. Según Bauman, uno de los tipos que más se dedicó a escribir sobre los problemas que genera en el individuo la glabalización (entre ellos, La sociedad sitiada y Amor líquido), la pirámide social de la globalización está regida por la movilidad: a mayor posibilidad de movilidad (de todo tipo, desde levantar una empresa de un día para otro o tomarse un avión y rajarse a cualquir lado hasta transportarse cómoda y ágilmente por uuna ciudad) mayor poder se tiene y mayor alto se está en la escala social. Con los chicos quititos, las prerrogativas de los maestros o autoridades sobre los chicos crece, al verse disminuidas las posibilidades de movilidad de los chicos. La excusa es la seguirdad, y por supuesto que en principio el argumento es loable y se puede estar de acuerdo. El asunto, como siempre, es si el remedio no es peor que la enfermedad. Hay otras formas de dismunuir el riesgo del tránsito, entre ellas, la primera y más elemental, disminuir el número de vehículos en las calles. Existe una cuestión física que es insoslayable: el espacio. No se puede llenar de autos la calle, y si se lo hace es porque el lobby automotor es importante, y se entiende que eso también tiene que ver con el equilibrio de una sociedad al generar trabajo y otras ventajas para que la vida social sea menos conflictiva. Quienes hayan viajado en micros escolares de chico o hayan hecho viajes largos deben recordar que una de las cosas más lindas que había era cambiarse de asiento, de lugar, ir de un lado a otro porque eso hacía parte de la diversión, de ese momento que se asociaba con la libertad porque, como el recreo, uno podía hacer lo que quería (no era tan así, por supuesto, estoy hablando de la sensación). Muchos parecen no entender que la sensación de no sentirse controlado tiene que ver con la salud, y no sólo la mental. Parece que todo tiene que estra acomodadito, controlado, ordenado, catalogado y todas esas mierdas que después hacen explotar a los pibes de cualquier manera, violentados como están por tantas miradas sobre ellos, que no son precisamente las que ellos desean. No vaya a ser que nos desacomoden la biblioteca y tengamos que revisar los libros que olvidamos y nos avergüenzan y los que hicieron de nosotros personas más potables y también olvidamos.

sábado, agosto 05, 2006

Perros

En algún momento tenía que llegar, ya que es insoportable andar por la calle esquivando más que si se estuviera jugando a la rayuela, cuando no un campo minado. Y pese a la ilusión que siempre nos rige, no debería causar sorpresa el triunfo de la prohibición sobre otras posibilidades que sin dejar de ser puntivas (y por lo tanto condicionante de la libertad) no llegan a tamaño despropósito. Pero el tema debe afectar cuestiones profundas de la personalidad, ya que si alguien como Tomassi no llegó a percibir una respuesta prohibicionista, alguna cuestión pendiente debe tener con el asunto, ya que al menos en las cosas suyas que no son de dominio público no aparece.

Prohibir es una cagada. No es un argumento muy académico, pero es así. Nadie, mientras fantasea un hijo, sueña con las prohibiciones que le impondrá, más bien sueña con la comprensión que el vástago tendrá de los motivos propios como para entender por qué aquello que uno le indica y que el pequeño siente como un cercenamiento de su libertad y su deseo (que en realidad lo es) es mejor que cumplir su deseo; nadie sueña cómo pondrá en penitencia a su hijo, y ni que hablar de otras relaciones afectivas que uno las espera entre pares: la mujer, el amigo, un compañero de trabajo, el vecino de al lado.

Y el punto no es menor. Cuantas más leyes, ordenanzas y reglamentaciones de todo tipo necesita cualquier comunidad para mantener una coexistencia más o menos pacíficia y ordenada, menor es el grado de entendimiento que hay entre sus miembros; y no es alocado suponer que a menor entendimiento entre los miembros mayores serán las hostilidades entre ellos. Así que, en otros palabras, las disputas que no salgan por la cola de los perros saldrán por algún otro agujero. Y Tomassi tiene un buen referente de estos problemas con los problemas que el cupo femenino le plantea a su voluntad de reformular la ley Bignogne.

Tomassi dice, sobre otro asunto, creo, que no defiende intereses corporativos; como también dice que asesora a una candidata y dice tener todo diseñado, habría que entrar en campaña para que su sitio no comande una cruzada que, como toda cruzada, es nazi, por decirlo más mal que pronto. Se pregunta La ciencia maldita: "¿deben castigarse las conductas que no necesariamente son dañinas a terceros, pero lo son estadísticamente, como manejar borracho -hay mucha gente que conduciendo ebria lo hace mucho mejor que otra gente estando sobria-, manipular material explosivo o pasear a tu perro?" Estadísticamente, todas las conductas son dañinas a terceros, especialmente las que señalan la desigual distribución de la riqueza. Me parece que hay un engaño involutariamente inducido en lo de estadísticamente: sólo se puede mensurar lo que es estadístico, y lo estadístico, en la inmensa mayoría de los casos, es público, o en su defecto legal (difícil mensurar cómo pueden afectar a terceros conductas sexuales de las parejas, fumarse un porro en la habitación, meterse cualquier otra droga prohibida o meterse mucho de una legal). En consecuencia, si es público, afecta a terceros. A riesgo de decir una burrada, digo que terceros es lo público.

Desconozco cuales, pero creo que hay otros mecanismos tan institucionales como una prohibición explícita para corregir conductas de los ciudadanos; de hecho otras sociedades con una convivencia más armoniosa que ésta, los tienen.

Supongo que un absurdo conduce a otra absurdo, y de ahí la propuesta de La ciencia maldita: el absurdo de que tu perro cague en mi casa (porque del espacio público soy copropietario, para decirlo de alguna manera), y se lo permitís tan alegremente al punto de no limpiar la mierda, en definitiva llevará a otro absurdo como el de reglamentar la tenencia de perros por manzana (es lo que entendí después de leer varias veces el párrafo, ya que no lo podía creer; aún me sigue pareciendo increíble). Ahí un lector dice que los perros hacen bien a la salud. No hace falta que hagan bien a la salud para permitir que cualquier hijo de vecino lo tenga, con que sea la voluntad de su dueño (siempre que no dañe los derechos de un tercero, especialmente el perro, que en este caso sería un tercero) ya es suficiente. Y si ese goce afecta a un tercero, bueno, ahí actuar para que eso no suceda, o castigar lo que ya ocurrió. Si mal no entendí, en lo de Tomassi subyace la idea de no andar subsidiando placeres o lujos ajenos, y en eso estoy de acuerdo. Pero la ciudad es una inmundicia más por los autos que por la caca, y yo no vi mucha propuestas de reglamentar la cantidad de autos a adquirir por las personas y menos su circulación por un espacio compartido como es la ciudad. Sí, claro, ellos pagan impuestos. En principio, y como para no extender la cosa (aunque hay un par de cosas a decir al respecto), impongamos una tasa municipal a los dueños de perros. Pero acrecentaría una diferenciación que ya existe: a mayor plata, mayores placeres/derechos. ¿Podría inundar de perros la ciudad de tener el dinero para hacerlo como algunos conductores se permiten violar el límite de velocidad porque les sobra dinero para pagar multas? Por lo pronto podría hacer campaña política regalando y subvencionando la tenencia de perros.

jueves, agosto 03, 2006

Newsweek

Salió Newsweek argentina, y está bueno, digo, en principio, por eso de tener algo con un estilo distinto para leer, una fuente de trabajo, diversidad, etc. Supongo que la discusión sobre hacer la revista habrá llevado un buen tiempo dedicado a eso de hacerla más argentina o más yanqui, según el criterio: el primero aduciendo que si no es argentina no vende, el segundo poniendo énfasis en la rigurosidad y el control de calidad que distingue a la revista (con lo cual estaba dando por sentado que el control de calidad en el periodismo argentino no existe, o es malo o es insuficiente). La nota de Fidel Castro, que figura en tapa, dice: La Argentina que enfermó a Castro. Tratando de sobrellevar el prejuicio, fui a la nota, a ver si no era tan así como decía. Era peor: la idea esa de que revistimos tal importancia para cualquier cosa que hagamos al punto de lograr lo que nadie pudo antes; en este caso, enfermar a Fidel. No pudieron con su salud 600 atentados, pero Argentina sí, la infalible, la soberana de la originalidad, el país generoso que produce en sus habitantes efectos que ninguna comunidad en el mundo logra sobre los suyos, esa sí que puede lo increíble. Somos únicos. La disputa imaginada antes quedó saldada a favor de la idea Clarín de la vida y de la Argentina, que para el medio de Noble es una misma cosa: reforzar el sentido de pertenencia a una identidad superior, lo cual en principio sólo estaría marcando el sentimiento de inferioridad que se puede descubrir fácilmente en quien está todo el tiempo enunciando sus logros no vaya a ser que a alguien se le escape y no le dé el crédito que merece. En la calle todo funciona distinto, algo que tal vez produzca cierto cortocircuito cerebral que lleve a tanta consulta terapéutica. Pero aparentemente lo hicimos otra vez, o la idiotez de los editores (propios y extraños, no olvidar que lo único que compran los extranjeros de la Argentina es el tango y dos o tres boludeces más) no da para pensar algo medianamente distinto, apenas siquiera, aunque sea por simple curiosidad, o para provocar un hecho curioso que llame un poquito la atención. Lo que se dice producir una noticia. Este país produjo una sola noticia en los últimos cinco años: la caída de De la Rúa y sus protestas concatenadas. Después fue todo igual de obvio que la década que finalizó ese presidente, quien pregonaba que no era aburrido. Nadie está llamado a demostrar lo que no se cree de él. Y las actitudes mediáticas y oficiales de la Argentina parecen dedicadas a negar todo los días lo que son: un aburrimiento inmortal, al que todo nuevo intento de negarlo no hace más que corroborarlo.