Depresión post altar
Así lo leí en Nesweek. Una nueva. La más famosa sigue siendo la post parto, que también le pega a las mujeres. Las minas las pegan todas últimamente. A su día femenino que no es uno sino varios, después le agregaron el post parto, y ahora el post altar y una mayor reciptiviadad al contagio del HIV que los varones (2,5 veces más posibilidades, según los estudios). ¿Les queda algún día para vivir bien?
Si le sumamos que como madres siempre aparecen más víctimas que las padres, ser mujer no resulta buen negocio. Sin embargo no conozco una que no esté orgullosa de serlo, agradecida, prendiendo velitas a santas y santos y dioses por haberlas hecho mujer. Parece ser un momento de la humanidad propicio para ellas, que han conseguido que el mundo se haya vuelto más femenino, caprichoso, infantil, características tradicionalmente y en culturas distintas asociadas a las mujeres y no al varón. La ofensa (el sentirse ofendido) en las relaciones afectivas cotidianas se volvió algo permanente: nadie se siente reconocido en su verdadero valor, como las amas de casa que fueron nuestras viejas y siempre se quejaban de que nadie pensaba en ellas ni reconocía su labor diaria; los varones se volvieron más llorones, que no quiere decir maricones, ni tampoco es lo mismo que llorar: llorar está bien, ser llorón es vivir apenándose por ser lo que se es y no otra cosa. Tal vez el resurgimiento del tango tenga que ver con esto y no con la música en sí: se busca una música en sintonía con los sentimientos, y no una música que resulte de los sentimientos. En el tango es claro porque durante décadas no se renovó, y su renovación surgió a partir del nuevo interés que surgió de afuera.
Son las mejores y las que más sufren. Y me estoy poniendo algo llorón, cuando en realidad tendría que decir que este mundo con sus post cualquier cosa y su victimización hasta de quemarse con tomando la leche me tiene bastante las pelotas llenas, especialmente porque propicia pensamientos e iniciativas cercenantes, desde los perros hasta los cinturones de seguridad. Me atrevo a decir que la exagerada popularidad de Calamaro (Andrés) y su veneración tiene que ver con esta idea bastante femenina del mundo, que festeja esa idea de dolor permanente.
Para los varones no hay post alguno, de macho proveedor que nunca se quiebra está obligado contener todos los post habidos y por haber, todos los duelos y las muertes que ellas sufren. Quien lo tome como misoginias la pifia, pero allá él o ella. La humanidad separada según géneros también es algo más o menos reciente y cada vez más insoportable. Me gustaría saber, además del sexo, qué me une a mí con Videla, para poner un caso exagerado. Sin embargo el ustedes los hombres provocó un ustedes las mujeres tan insoportable los dos que a veces no se puede mantener un conversación con alguien del otro sexo, cuando no del propio.
Olvídense de volver a las cavernas, pero un poquito menos de exigencia sobre las cosas, más dejar hacer y especialmente la idea de que todo absolutamente todo es plausible de ser solucionado, arreglado, reparado, juzgado, penado y no sé cuántas cosas más, no se puede. En los tiempos en lo que la mayoría de los aparatos no se arreglan porque es más sencillo, beneficioso y económico adquirir uno nuevo, las relaciones humanas estána sometidas a una parafernalia de dispositivos que pretenden solucionarlas definitivamente.
Si le sumamos que como madres siempre aparecen más víctimas que las padres, ser mujer no resulta buen negocio. Sin embargo no conozco una que no esté orgullosa de serlo, agradecida, prendiendo velitas a santas y santos y dioses por haberlas hecho mujer. Parece ser un momento de la humanidad propicio para ellas, que han conseguido que el mundo se haya vuelto más femenino, caprichoso, infantil, características tradicionalmente y en culturas distintas asociadas a las mujeres y no al varón. La ofensa (el sentirse ofendido) en las relaciones afectivas cotidianas se volvió algo permanente: nadie se siente reconocido en su verdadero valor, como las amas de casa que fueron nuestras viejas y siempre se quejaban de que nadie pensaba en ellas ni reconocía su labor diaria; los varones se volvieron más llorones, que no quiere decir maricones, ni tampoco es lo mismo que llorar: llorar está bien, ser llorón es vivir apenándose por ser lo que se es y no otra cosa. Tal vez el resurgimiento del tango tenga que ver con esto y no con la música en sí: se busca una música en sintonía con los sentimientos, y no una música que resulte de los sentimientos. En el tango es claro porque durante décadas no se renovó, y su renovación surgió a partir del nuevo interés que surgió de afuera.
Son las mejores y las que más sufren. Y me estoy poniendo algo llorón, cuando en realidad tendría que decir que este mundo con sus post cualquier cosa y su victimización hasta de quemarse con tomando la leche me tiene bastante las pelotas llenas, especialmente porque propicia pensamientos e iniciativas cercenantes, desde los perros hasta los cinturones de seguridad. Me atrevo a decir que la exagerada popularidad de Calamaro (Andrés) y su veneración tiene que ver con esta idea bastante femenina del mundo, que festeja esa idea de dolor permanente.
Para los varones no hay post alguno, de macho proveedor que nunca se quiebra está obligado contener todos los post habidos y por haber, todos los duelos y las muertes que ellas sufren. Quien lo tome como misoginias la pifia, pero allá él o ella. La humanidad separada según géneros también es algo más o menos reciente y cada vez más insoportable. Me gustaría saber, además del sexo, qué me une a mí con Videla, para poner un caso exagerado. Sin embargo el ustedes los hombres provocó un ustedes las mujeres tan insoportable los dos que a veces no se puede mantener un conversación con alguien del otro sexo, cuando no del propio.
Olvídense de volver a las cavernas, pero un poquito menos de exigencia sobre las cosas, más dejar hacer y especialmente la idea de que todo absolutamente todo es plausible de ser solucionado, arreglado, reparado, juzgado, penado y no sé cuántas cosas más, no se puede. En los tiempos en lo que la mayoría de los aparatos no se arreglan porque es más sencillo, beneficioso y económico adquirir uno nuevo, las relaciones humanas estána sometidas a una parafernalia de dispositivos que pretenden solucionarlas definitivamente.
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