sábado, agosto 05, 2006

Perros

En algún momento tenía que llegar, ya que es insoportable andar por la calle esquivando más que si se estuviera jugando a la rayuela, cuando no un campo minado. Y pese a la ilusión que siempre nos rige, no debería causar sorpresa el triunfo de la prohibición sobre otras posibilidades que sin dejar de ser puntivas (y por lo tanto condicionante de la libertad) no llegan a tamaño despropósito. Pero el tema debe afectar cuestiones profundas de la personalidad, ya que si alguien como Tomassi no llegó a percibir una respuesta prohibicionista, alguna cuestión pendiente debe tener con el asunto, ya que al menos en las cosas suyas que no son de dominio público no aparece.

Prohibir es una cagada. No es un argumento muy académico, pero es así. Nadie, mientras fantasea un hijo, sueña con las prohibiciones que le impondrá, más bien sueña con la comprensión que el vástago tendrá de los motivos propios como para entender por qué aquello que uno le indica y que el pequeño siente como un cercenamiento de su libertad y su deseo (que en realidad lo es) es mejor que cumplir su deseo; nadie sueña cómo pondrá en penitencia a su hijo, y ni que hablar de otras relaciones afectivas que uno las espera entre pares: la mujer, el amigo, un compañero de trabajo, el vecino de al lado.

Y el punto no es menor. Cuantas más leyes, ordenanzas y reglamentaciones de todo tipo necesita cualquier comunidad para mantener una coexistencia más o menos pacíficia y ordenada, menor es el grado de entendimiento que hay entre sus miembros; y no es alocado suponer que a menor entendimiento entre los miembros mayores serán las hostilidades entre ellos. Así que, en otros palabras, las disputas que no salgan por la cola de los perros saldrán por algún otro agujero. Y Tomassi tiene un buen referente de estos problemas con los problemas que el cupo femenino le plantea a su voluntad de reformular la ley Bignogne.

Tomassi dice, sobre otro asunto, creo, que no defiende intereses corporativos; como también dice que asesora a una candidata y dice tener todo diseñado, habría que entrar en campaña para que su sitio no comande una cruzada que, como toda cruzada, es nazi, por decirlo más mal que pronto. Se pregunta La ciencia maldita: "¿deben castigarse las conductas que no necesariamente son dañinas a terceros, pero lo son estadísticamente, como manejar borracho -hay mucha gente que conduciendo ebria lo hace mucho mejor que otra gente estando sobria-, manipular material explosivo o pasear a tu perro?" Estadísticamente, todas las conductas son dañinas a terceros, especialmente las que señalan la desigual distribución de la riqueza. Me parece que hay un engaño involutariamente inducido en lo de estadísticamente: sólo se puede mensurar lo que es estadístico, y lo estadístico, en la inmensa mayoría de los casos, es público, o en su defecto legal (difícil mensurar cómo pueden afectar a terceros conductas sexuales de las parejas, fumarse un porro en la habitación, meterse cualquier otra droga prohibida o meterse mucho de una legal). En consecuencia, si es público, afecta a terceros. A riesgo de decir una burrada, digo que terceros es lo público.

Desconozco cuales, pero creo que hay otros mecanismos tan institucionales como una prohibición explícita para corregir conductas de los ciudadanos; de hecho otras sociedades con una convivencia más armoniosa que ésta, los tienen.

Supongo que un absurdo conduce a otra absurdo, y de ahí la propuesta de La ciencia maldita: el absurdo de que tu perro cague en mi casa (porque del espacio público soy copropietario, para decirlo de alguna manera), y se lo permitís tan alegremente al punto de no limpiar la mierda, en definitiva llevará a otro absurdo como el de reglamentar la tenencia de perros por manzana (es lo que entendí después de leer varias veces el párrafo, ya que no lo podía creer; aún me sigue pareciendo increíble). Ahí un lector dice que los perros hacen bien a la salud. No hace falta que hagan bien a la salud para permitir que cualquier hijo de vecino lo tenga, con que sea la voluntad de su dueño (siempre que no dañe los derechos de un tercero, especialmente el perro, que en este caso sería un tercero) ya es suficiente. Y si ese goce afecta a un tercero, bueno, ahí actuar para que eso no suceda, o castigar lo que ya ocurrió. Si mal no entendí, en lo de Tomassi subyace la idea de no andar subsidiando placeres o lujos ajenos, y en eso estoy de acuerdo. Pero la ciudad es una inmundicia más por los autos que por la caca, y yo no vi mucha propuestas de reglamentar la cantidad de autos a adquirir por las personas y menos su circulación por un espacio compartido como es la ciudad. Sí, claro, ellos pagan impuestos. En principio, y como para no extender la cosa (aunque hay un par de cosas a decir al respecto), impongamos una tasa municipal a los dueños de perros. Pero acrecentaría una diferenciación que ya existe: a mayor plata, mayores placeres/derechos. ¿Podría inundar de perros la ciudad de tener el dinero para hacerlo como algunos conductores se permiten violar el límite de velocidad porque les sobra dinero para pagar multas? Por lo pronto podría hacer campaña política regalando y subvencionando la tenencia de perros.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

mmm... creo que usted tiene un problema de lecto-comprensión. El sr. Rollo Tomasi dice claramente "licencias para pasear perros", "Sólo puede tener perro en la vía pública quien tenga una licencia.", lo cual no significa que uno no puede tener un perro en su casa, simplemente dice que no puede sacarlo a pasear. En mi casa tenemos 5 perros y nunca hemos sacado a pasear a ninguno (esta bien que tenemos un patio muy grande).
Antes de acusar de "nazi" a alguien, yo me fijaría de entender mejor lo que escribió.

suerte.

11:13 p. m.  
Blogger Lucy said...

Lo nazi son las cruzadas, y eso está claro. Si se conociera el pensamiento entero de los nazis, tal vez alguno coincida con los que tienen nustras buenas conciencias, pero eso no nos hace nazis. Supongo que la mayoría de los habitantes de Buenos Aires no tienen patio para cinco perros; tampoco para uno, así que tendrá que sacarlo. ¿Si lo sube al auto sin pisar la vereda, cómo se cuenta?

Nada de lo dicho refuta que sí, tengo un problema de lecto-comprensión.

3:36 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home