jueves, julio 06, 2006

"Te dejo para el final un comentario que me hizo llegar ayer un amigo médico que tiene trato personal con el médico de Boca", dice Jorge Blumenfeld en un correo al jefe/director/líder de lo que terminó siendo la más rica cobertura del mundial. "Este le comentó acerca de los famosos trastornos psicologicos de JRR (cosa que me importa 3 caraxos, porque yo vi jugar a Bochini y que fuera un necio o no, no impedia que fuera Bochini), pero que un detalle muy llamativo de JRR era que si no queria a alguien no le daba la pelota. Asi como suena. Jugador Profesional. 1era de Boca. Ahi empecé a aceptar que no era casualidad que Crespo nunca hubiera recibido una habilitacion de él. Ni una. Aunque fuera en un cuarto de final de una copa del mundo y lo dejara mano a mano contra Lehmann para poner un 2 a 0 lapidario." No parece muy honorable la actitude de Blumenfeld. Apelar a intimidades de las personas para explicar sus conductas es más bien bajo: es como decir que alguien no es buena persona porque es puto, o de derecha, o de lo que mierda se les ocurra. Tiene un problema psicológico, dice Blumenfeld, como si el mundo de Riquelme girara alrededor de ese eje: si no quiere a alguien, no se la pasa. No sólo es hablar mal de Riquelme a partir de un chisme, sino también hablar mal de los compañeros, porque supone al cobardía del resto: los considera incapaces de reclamar el cambio de esa actitud, de hablar con el técnico para que ponga atención y revea su postura de hacer girar el equipo alrededor de un egocentrista; o sea que son una manga de incapaces para resolver no sólo los propios problemas psicológicos sino tampoco actuar sobre el entorno, cosa que habla mal de ellos doblemente, lo mismo que de sus respectivos analistas si es que alguna vez consultaron uno. Y encima al principio de su misiva dice que Quintín no argumenta. Lo que hace es peor que no argumentar: hacerlo a partir de un chisme no sólo es poco honorable, también es vulgar. No hay capacidad para que el chisme produzca alguna asociación válida que puede entregar un nuevo pensamiento, o hay pereza intelectual para pensar los caminos a los que nos puede llevar el chisme. En cualquier caso, no es argumento. Y desacredita a quien lo utiliza para defender su postura. Blumenfeld utiliza la fórmula del bando al que dice no pertenecer. Volveremos sobre ellos, porque de ellos es el mundo, y probablemente a esta altura ya también lo sea el reino del Señor.