lunes, septiembre 04, 2006

Argentinidad (Basile)

La derrota 3-0 contra Brasil, más que bronca, da asco. La da por las justificaciones de los responsables. La preferida del Coco Basile y de varios más, incluidos periodistas (el oficialismo no tem fin), es que faltó trabajo, que en tan poco tiempo no se puede hacer más de lo que se hizo y que la diferencia fue abultada (¿?). ¿Alguien le apuntó con un revólver en la cabeza a Basile para que se haga cargo de la selección? ¿Alguien piensa que eso es justificación en un clásico cualquiera del fútbol local?
El 0-3 contra Brasil, el hecho de ir a jugarlo en las condiciones que se jugó y las justificaciones posteriores son la argentinidad a pleno. La ppd o no (a esta altura toda la prensa parece policial, especialmente por sus pensamientos adocenados, caducos, de la plasticidad de un razonamiento policial) dice que por unos morlacos demás se va a perder contra el equipo que más bronca da perder. La excusa de los negocios es tan hipócrita como repugnante: el profesionalismo hace jugar partidos a cualquier horario, lugar, y a como dé lugar, y todos viven de eso sin plantear jamás una cuestión ética ante el negocio. Presentarlo como argumento es de imbécil, porque sólo un imbécil puede suponerlo argumento válido. De hecho Basile no lo hace: "Uno no se puede poner a elegir rivales. Ya sabíamos que tendríamos que enfrentar a Brasil con muy poco tiempo de trabajo. Uno tiene que aguantárselas y jugar contra cualquiera”. Pocos hicieron aportes semejantes a la flexibilización laboral.
Grondona se cree un tipo ducho en los negocios porque arregló el fútbol televisado hasta el 2014 y salvó las finanzas de varios clubes. Cualquier estudiante más o menos avanzado de alguna carrera relacionada con lo empresarial habría hecho un negocio superior: al momento del acuerdo habría tenido una idea mucho más acabada de la potencialidad de la televisación a mediano plazo y habría obtenido más dinero. Sin duda Macri lo habría conseguido: su formación se lo permitía. Buena parte del periodismo hace pasar a Grondona como un padrino; en una estructura mafiosa, Don Julio no podría regentear ni un prostíbulo.
El del domingo fue otro de sus negocios. El problema no es que quiera hacerlos, ni siquiera su ambición, el problema es que no sabe: a lo sumo lo puede hacer con un corralón, pero no sabe manejar una gran empresa como el fútbol, de ahí su propensión a reducir todo a una especie de manejo de almacén: te lo dejo hasta el 15/9 pero vos me lo das par el partido contra Brasil; después dirige la copa que tiene que jugar Boca y así tenés tiempo de conseguir un técnico.
En esa idea del fútbol que tiene Grondona, Basile encaja a la perfección. Por eso asume sin quejas ni advertencia, aceptando condiciones laborales que al igual que muchos otros que se quejan de lo mal que está el mundo porque se le da paso a los negocios aceptan porque no se quieren quedar afuera. Saben muy bien que así alimentan ese mundo que después aparecen criticando, pero viven y son lo que son bajo su manto aunque vivan la ilusión de no pertenecen a él. Y Basile no tenía la excusa de que necesitaba la plata para darle de comer a su familia.
Empezar un ciclo así premoniza que la época de las gorritas con las que los jugadores de 1994 hacían publicidad en cada nota de televisión será un dulce recuerdo.